Diario de la cuarentena | Mi calle está siendo colonizada

Durante este par de meses largos que nos hemos encerrado en casa he escrito bastante (menos de lo que hubiera querido, pero más de lo que acostumbro) y, aunque a destiempo, he decidido publicar algunos de esos textos de confinamiento para que no se nos olvide nunca por lo que hemos pasado y seguimos pasando.

¡Pero qué listas son las palomas! No han tardado nada en colonizar una nueva calle, tal vez la última que se les resistía por ser la vía de entrada a un colegio que cuatro veces al día se convierte en un enjambre de gente apurada dejando y recogiendo. Ahora vuelan en bandada hacia lo alto de los edificios o caen en picado sobre los trozos de pan que el niño del primero les echa divertido entre gritos y alborozo.

Me maravilla la agudeza de los sentidos de las aves, como aquella vez que planté unas semillas de vegetales en unas jardineras de mi terraza y los pajarillos se las pulieron nada más asomar las primeras hojas.

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Ya vuelven las palomas. Hoy parece que se han aventurado hacia el otro extremo de la calle, la que está lejos del colegio y cerca de un pequeño barranco que une tres o cuatro pueblos de montaña con mi ciudad, Cambrils, antes de desembocar al mar. Habrán pasado por la plaza, sobrevolado la parada de autobús de la esquina, quizá se posaran, curiosas, sobre el magnolio ya florido del centro cívico, quizá incluso se aventuraran hasta su patio interior, ese que quedó sin techo después de la espectacular granizada de hace un par de veranos.

No recuerdo que me molestaran las palomas cuando iba a leer sentada en uno de los bancos de piedra de Trafalgar Square. Nada tuve contra sus murmullos y miradas coloradas cuando, de niña, se posaron en masa sobre mí en la Plaça de Catalunya ante la mirada divertida de mis padres. Pasé horas fotografiando su vuelo en la Piazza San Marco. Pero estas, las que se pelean por los mendrugos del crío del primero y se pavonean ante mi ventana en pleno cortejo, me provocan malestar. Acaso me recuerden que yo, a diferencia de ellas, no puedo recorrer la calle a mi antojo.

 

Escrito el miércoles, 15 de abril de 2020, en el 33º día de confinamiento

 

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